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domingo, 15 de noviembre de 2009

Homenaje a "Un viejo cantor de verdades".

Un viejo cantor de verdades.
Parte 1.
Hola, mis amigos lectores, comienzo hoy una nueva historia luego de una temporada alejado de las letras, no por gusto sino que a veces nuestras actividades en la vida real no nos dejan tiempo para este cable a tierra que la escritura significa para muchos de nosotros.
Dado que pasajes importantes de nuestra vida no se pueden resumir en pocas palabras y ya que talvez tarde algún tiempo en escribir todo el texto, comenzaremos con lo que será la primera parte de este relato.
Hace algunos años atrás me encontraba viviendo en Argentina, para ser más preciso en capital federal, y como en todas mis historias la trama se desarrolla alrededor de mi ambiente laboral, (esta no podía ser la excepción), podría contarles que mi oficio era piloto de avión o algún otro puesto de importancia, pero en realidad soy un hombre de origen muy humilde y en realidad en ese momento mi trabajo era cuidar una galería comercial sita esta en la calle Florida, “La Galería de la Flor” y esto no es publicidad ya que no se siquiera si aún existe, ya que en este momento vivo en Uruguay y no viajo con frecuencia.
Pero sin más preámbulo comencemos con este relato, mi tarea específica era esperar a que todos los locales cerraran sus puertas y bajar una enorme reja mecánica que impedía al público continuar ingresando al lugar, y luego por una puerta pequeña permitir que los empleados de los locales se retiraran.
Y luego de que la galería quedaba desierta mi tarea consistía en efectuar algunas recorridas por el lugar y controlar que nadie intentara entrar rompiendo o forzando la reja que daba a la calle.
Y en cuanto los demás comercios de la cuadra cerraban también sus puertas, la peatonal comenzaba a poblarse de otro grupo de gente, fue allí donde conocí a este personaje nocturno de la calle Florida, su nombre no lo se, pero se hacia llamar “Nicolás Charra”,
su oficio, vendría a ser algo así como un “Cantor de verdades”, en más de una oportunidad, y en alguna noche de poca actividad llegamos a conversar y me contó entre otras cosas que no vivía cerca, que hacia un enorme sacrificio para llegar a cantar todos los días y sin faltar jamás a su “parada” (justo frente a la galería).
De su vida, pude saber que tubo muchos oficios, fue policía, entre otras cosas siempre se le oía decir “quise ser militar, y no pude ser déspota, quise ser cura, y no pude ser hipócrita… pero soy un hombre, puedo mirarme al espejo, puedo mirar a mis seres queridos a los ojos, sin tener que bajar la cara”.
Recuerdo una noche, (la noche del día del padre) que luego de interpretar una de sus canciones, agradeció al publico, les deseo a todos un feliz día del padre e hizo mención a que el no había tenido la suerte de ser padre, pero que sus hijos eran muchos, todos los niños de la calle.
                                     

Un viejo cantor de verdades.

Parte 2.
Nicolás no era buen cantante, pero a cada canción le ponía tanto sentimiento que realmente parecía revivir algún momento de su vida, ya que siempre me aseguró que los temas eran de su autoría.
No, definitivamente, no era bueno cantando, pero cuando interpretaba alguno de sus temas, el público que se agolpaba a su alrededor aún siendo gente muy humilde dejaban en el sobre de su vieja guitarra desde monedas, billetes hasta flores y todo tipo de objetos personales.
Una de sus canciones principales, con la que lograba arrancar la mayor cantidad de aplausos de la gente era ésta, y es así como yo la recuerdo:


Permiso pido señores, yo soy el soldado aquel, que regresó de Malvinas en un frío amanecer. Adonde estaba mi pueblo que yo no lo pude ver. Me amordazaron la boca para que no hablara con él y contara… contara que tuve miedo, hambre, frío, soledad.
y que la herida de mi alma…y que la herida de mi alma, ya nadie podrá curar.
Yo soy aquel soldado que casi desarmado peleó en la soledad y que por las heridas en su patria agradecida no puede trabajar, a muchos les da vergüenza no escuchan al que canta, les duele la verdad, de aquellos compañeros que lucharon y cayeron por nuestra libertad, de aquellos compañeros que lucharon y murieron por nuestra “dignidad”.
Y la patria…”la patria agradecida” dice adornando un papel, y ni trabajo me dieron, dos pesos a mi invalidez, si hasta hubiese preferido haberme quedado allá con el que murió en mis brazos y que no pude llorar…perdonen…perdonen si desafino y si no puedo entonar, es que la rabia me ahoga…es que la rabia me ahoga y no me deja cantar.
Permiso pido señores, yo soy el soldado aquel, que regresó de Malvinas en un frío amanecer… permiso pedí señores y a nadie quise ofender, solo quería presentarme, yo soy!!!…yo soy el soldado aquel!!!


Luego de interpretar este tema recuerdo un día en el que tuvo que tomarse algún tiempo para recuperar el aliento, ya que parecía que a su falta de talento lo suplían sus ganas de comunicar todo eso que llevaba adentro y realmente a el público que lo escuchaba esto parecía no molestarle, y era algo mágico ver como la gente de todas las clases sociales que pasaban por el lugar se detenían a escuchar sus estrofas y realmente lo disfrutaban.
Evidentemente era un gran comunicador, hombre de muy bajo perfil, con toda la humildad y sabiduría que los años depositaron sobre sus hombros, pero cuando comenzaba a cantar aquel tímido personaje se convertía en el combatiente, el niño pobre, y quien sabe cuantos otros protagonistas de sus versos, parecía no importarle la gente que pudiera haber alrededor, se adentraba tanto en cada tema, que parecía que su vida comenzaba y terminaba en cada canción.

                                               Homenaje a un Viejo Cantor de Verdades.



Parte 3.
Bien, luego de un tiempo de no poder escribir debido a la falta de tiempo para hacerlo, continuaremos con esta historia, tratando de ser lo más sintéticos posible como para tratar de darle un final.
Recuerdo hoy otra de las canciones de Nicolás, o al menos parte de ella, canción esta que su público disfrutaba mucho. En más de una oportunidad la pedían que la repitiera una y otra vez y esta decía más o menos así:
Niño pequeño, niño moreno, niño descalzo que por ahí vas, no tengas penas que no estás solo aunque hoy tengas que robar pan, o vender flores mientras otros niños que tienen plata pueden jugar.
Gorrión pequeño que por las calles unas monedas te rebuscás vos sos el fruto de los que hablan de la conciencia y la dignidad,… vos sos el fruto de los que hablan de la conciencia y la dignidad. Y a vos te digo poderoso, que desde hoy comiences a pensar, porque mañana ellos serán hombres y pueden poner en práctica lo que tu solo en ciertas fechas recuerdas cantar…
Y aquí nuestro amigo hacía mención a estrofas del Himno Nacional (parte que vamos a omitir por respeto a los símbolos patrios) pero que en definitiva completaban el final de su canción.
Esto que les cuento ocurrió un día como hoy, en vísperas de Navidad, pero solo que unos veinte años atrás, recuerdo que luego de interpretar este tema que les acabo de escribir y aún que la noche era joven aún Nicolás en forma inesperada guardó su guitarra, recogió sus cosas y luego de permanecer unos minutos en silencio se alejó del lugar.
La Calle Florida perdió esa noche a un Viejo Cantor de Verdades, pues Nicolás ya no volvió, de la gente que lo conoció nadie lo volvió a ver jamás y nadie supo más de él, aún así nadie ocupó nunca su “parada” frente a la galería.
Y en las noches de fuerte temporal el viento parece traer los acordes de su vieja guitarra y parece oírse otra vez su gruesa voz a lo largo de toda la calle Florida, como se escuchó durante tanto tiempo y sin faltar jamás a su “parada”.
Fin de la historia.


Nota del Autor. Quiero hacer este humilde homenaje a Nicolás Charra y hacer extensivo este Homenaje a todos los Nicolás Charra de la tierra, gente con mucho talento para quienes cantar es algo más que ganarse la vida, un verdadero apostolado.


W. Fort

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